viernes, 16 de septiembre de 2011

Quizás tú lo llames vértigo.

Y me senté al borde de ese acantilado...unos treinta metros me separaban del mar. Vértigo. Me asomé e intenté ver dónde acababa. Ahí estaba el mar azul, quieto tranquilo. Me di cuenta que no tenía miedo de caer, sino unas ganas increíbles de volar.

2 comentarios:

  1. Hola!Me encanta como escribes,por supuesto te sigo.
    Te dejo mi blog por si quieres pasarte:
    http://asweeteenagedream.blogspot.com/
    un besazo!

    ResponderEliminar
  2. Holaa! Tienes un bonito blog y me gusta como escribes. Te diria que gracias por pasarte por mi blog, pero en vez de eso te digo que gracias por mentirme :D Si dices que me sigues lo normal seria que me siguieses no? En fin, espero que me lo expliques ;)
    Un beso y te sigo.

    ResponderEliminar